La Caleta de Cádiz, no por conocida y cercana deja de sorprendernos y no sólo por su paisaje, sino por otros hechos o noticias como los que comentamos; en esta ocasión relacionado con su flora o vegetación. Ésta no es precisamente la que se localiza en sus calas y piedras que las marea cubre y que tan necesario seria proteger, sino la que se fija en tierra firme.
Los datos sobre este particular, se remonta a época musulmana, momento en el cual el
concepto de “isla de Cádiz” respondía al territorio separado del continente por el caño de Sancti Petri ; es decir los actuales términos municipales de Cádiz y San Fernando. Dentro de la misma les llamaba la atención los grandes restos de la antigüedad que la isla conservaba, y su vegetación. Así en 1145 cuando Al-Bakri al referirse a la sublevación de la flota cordobesa en Cádiz, nos introduce unas pinceladas sobre la vegetación del lugar donde se daba el pinos y la retamas, teniendo éstas últimas y efecto singular sobre las cabras que la comían. Con posterioridad afirma categóricamente “Crece en la isla de Cádiz las plantas llamadas paserinas”. Datos que fueron tomados por el magrebí al-Himyari quien vivió en el siglo XIV a través del cual los conocemos.
Pero en realidad ésta no es la única noticia que conocemos sobre el tema de la flora y vegetación de la isla sino que además conocemos otra más precisa y anterior que nos lleva al año 1.000 (siglo XI). Ésta se incluye en una especie de diccionario médico, que diríamos hoy “Vademecum” realizado en aquella fecha por Abulhayr al-Isbili, titulado Kitabu ´umdati ttabib fi a ´rifati nnabati likulli labib (Libro Base del Médico para el conocimiento de la Botánica por todo experto), éste publicado recientemente en el 2007, ha sido responsabilidad de J. Bustamante, F. Corriente y M. Tilmatine la edición, notas y traducción al castellano.
Va a ser en este manual donde se va a recoge la planta sunbul, que tiene cuatro especies siendo una de ella el rumí, dividiéndose ésta en dos tipo“el grande se extiende por el suelo como cuerdas delgadas, llenas de hojas que son muy pequeñas, apretadas sobre las ramas, similares a las hojas de tomillo ,pero mucho menores, de color entre verde y amarillo, de buen olor siendo aquellas ramas blancas, difíciles de quebrar, y pegadas al tronco, mientras que la raiz es leñosa y ramificada...”
Pasa luego a precisar su localización apuntando una de las interpretaciones del texto que “Abunda en Sierra Nevada, en la isla occidental de la isla de Cádiz, y en Montever”. Lo que en una traducción más libre y precisa podemos considerar como “ en la isla (que está ) al oeste de la Isla de Cádiz y en Montever; en estos lugares la he recogido....” luego refiere otros pormenores “..en Cádiz la llaman “lengua de pájaro”, poniéndose en los cajones de la ropa por su buen olor....”
Nuestra interpretación del dato es simple: se debe estar refiriendo al islote de San Sebastián que es el único que reúne las características indicadas de queda al oeste de la isla de Cádiz, o lo que es lo mismo su zona occidental.
Curiosamente va a ser 600 años después cuando encontraremos nuevamente una noticia referente a la vegetación y relacionada ya sin dudar a interpretaciones con aquel islote. En esta ocasión nos la facilita el historiador Agustín de Horozco en 1598 quien afirma “Otra yerba ay aquí entre Cádiz i la punta de San Sebastián que llaman lagartera, de eficaz remedio para la orina i riñones..”
Hasta aquí los datos históricos. De ellos se pueden extraer las más diversas sugerencias que tendrían que valorar y aclarar otros especialistas en este caso en botánica. ¿Es la planta descrita por Abulhayr al-Isbili la misma que la que describe Horozco?¿son distintas? ¿Puede pervivir aún en la actualidad, alguna de aquellas plantas adaptadas a las peculiaridades de la zona y por lo tanto “endémica de la Caleta”? Aclararlo puede ser todo un reto de interés general, antes de proceder a cualquier desbroce o destrucción que a posterioris ya no tendría sentido.
El primer paso podría pasar por el inventariado de la vegetación que aún crece en aquellos parajes, adaptada a la falta de agua, fuertes temperaturas, extrema salinidad, gran exposición al sol y a veces hasta a la falta de tierra útil. Las que han logrado incluso superar las limitaciones que le ha impuesto la presión humana a la que ha sido sometido el islote de San Sebastián. Entre aquellos matorrales llama la atención dos plantas, que hemos nombrado con las letras A y B; que se distribuyen por dentro de la fortificación o en la zona extramuros donde no alcanza la influencia de las mareas.
Publicado en Diario de Cádiz 25 de junio de 2008/ 2 de julio de 2008.
Los datos sobre este particular, se remonta a época musulmana, momento en el cual el
concepto de “isla de Cádiz” respondía al territorio separado del continente por el caño de Sancti Petri ; es decir los actuales términos municipales de Cádiz y San Fernando. Dentro de la misma les llamaba la atención los grandes restos de la antigüedad que la isla conservaba, y su vegetación. Así en 1145 cuando Al-Bakri al referirse a la sublevación de la flota cordobesa en Cádiz, nos introduce unas pinceladas sobre la vegetación del lugar donde se daba el pinos y la retamas, teniendo éstas últimas y efecto singular sobre las cabras que la comían. Con posterioridad afirma categóricamente “Crece en la isla de Cádiz las plantas llamadas paserinas”. Datos que fueron tomados por el magrebí al-Himyari quien vivió en el siglo XIV a través del cual los conocemos.
Pero en realidad ésta no es la única noticia que conocemos sobre el tema de la flora y vegetación de la isla sino que además conocemos otra más precisa y anterior que nos lleva al año 1.000 (siglo XI). Ésta se incluye en una especie de diccionario médico, que diríamos hoy “Vademecum” realizado en aquella fecha por Abulhayr al-Isbili, titulado Kitabu ´umdati ttabib fi a ´rifati nnabati likulli labib (Libro Base del Médico para el conocimiento de la Botánica por todo experto), éste publicado recientemente en el 2007, ha sido responsabilidad de J. Bustamante, F. Corriente y M. Tilmatine la edición, notas y traducción al castellano.
Va a ser en este manual donde se va a recoge la planta sunbul, que tiene cuatro especies siendo una de ella el rumí, dividiéndose ésta en dos tipo“el grande se extiende por el suelo como cuerdas delgadas, llenas de hojas que son muy pequeñas, apretadas sobre las ramas, similares a las hojas de tomillo ,pero mucho menores, de color entre verde y amarillo, de buen olor siendo aquellas ramas blancas, difíciles de quebrar, y pegadas al tronco, mientras que la raiz es leñosa y ramificada...”
Pasa luego a precisar su localización apuntando una de las interpretaciones del texto que “Abunda en Sierra Nevada, en la isla occidental de la isla de Cádiz, y en Montever”. Lo que en una traducción más libre y precisa podemos considerar como “ en la isla (que está ) al oeste de la Isla de Cádiz y en Montever; en estos lugares la he recogido....” luego refiere otros pormenores “..en Cádiz la llaman “lengua de pájaro”, poniéndose en los cajones de la ropa por su buen olor....”
Nuestra interpretación del dato es simple: se debe estar refiriendo al islote de San Sebastián que es el único que reúne las características indicadas de queda al oeste de la isla de Cádiz, o lo que es lo mismo su zona occidental.
Curiosamente va a ser 600 años después cuando encontraremos nuevamente una noticia referente a la vegetación y relacionada ya sin dudar a interpretaciones con aquel islote. En esta ocasión nos la facilita el historiador Agustín de Horozco en 1598 quien afirma “Otra yerba ay aquí entre Cádiz i la punta de San Sebastián que llaman lagartera, de eficaz remedio para la orina i riñones..”
Hasta aquí los datos históricos. De ellos se pueden extraer las más diversas sugerencias que tendrían que valorar y aclarar otros especialistas en este caso en botánica. ¿Es la planta descrita por Abulhayr al-Isbili la misma que la que describe Horozco?¿son distintas? ¿Puede pervivir aún en la actualidad, alguna de aquellas plantas adaptadas a las peculiaridades de la zona y por lo tanto “endémica de la Caleta”? Aclararlo puede ser todo un reto de interés general, antes de proceder a cualquier desbroce o destrucción que a posterioris ya no tendría sentido.
El primer paso podría pasar por el inventariado de la vegetación que aún crece en aquellos parajes, adaptada a la falta de agua, fuertes temperaturas, extrema salinidad, gran exposición al sol y a veces hasta a la falta de tierra útil. Las que han logrado incluso superar las limitaciones que le ha impuesto la presión humana a la que ha sido sometido el islote de San Sebastián. Entre aquellos matorrales llama la atención dos plantas, que hemos nombrado con las letras A y B; que se distribuyen por dentro de la fortificación o en la zona extramuros donde no alcanza la influencia de las mareas.
Publicado en Diario de Cádiz 25 de junio de 2008/ 2 de julio de 2008.
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